
Después Vigotsky
considerará - retomando a Ribot-, al período de maduración o de incubación, donde se
recomendará también en los infantes la estimulación creadora como intermedia entre la primera etapa y la segunda.
La tercera etapa será el enlace emocional, donde la imaginación será sumisa y a su vez pertinente con el estado de ánimo del individuo; aquí encontraremos una
doble dependencia: realidad-experiencia / experiencia-fantasía conocida como: “ley de expresión de
sentimientos”, que estará también incrustada en otra ley: “ley del signo emocional
general”; donde se catalogarán y se almacenarán emociones que posean el mismo
tono o matiz en común. Sin embargo será la imaginación la que intervenga en nuestros
sentimientos, aunque estos no sean del todo congruentes pero pertinentes socialmente hablando; por ejemplo: ¿por qué algunos tonos de azul y de gris tiene una connotación de tristeza en las representaciones visuales?, ¿o sentimientos totalmente vinculados a lo empírico-sensorial, como lo frío en el azul o gris o lo cálido en los rojos o amarillos? Observamos pues la importante aportación de Vigotsky en la psicología del arte y cómo estas dos leyes comentadas previamente se concretizan en la imaginación, siendo ésta quien provoque una comunicación mental-emocional entre la realidad representada y lo real. A esto último se le denomina: “ley de representación
emocional de la realidad”.
La cuarta y última etapa será en sí mismo: el "objeto
cristalizado", esa nueva creación -no existente en la realidad empírica ni semejante a
ningún otro objeto real-, un ejemplo pertinente sería por ejemplo una obra de arte, debido a su
compleja lógica interna que acabamos de esbozar gracias a Vigotsky.
José M. Buitrón G.
Fuente: VIGOTSKY, Lev Semyónovich, La imaginación y el arte en la
infancia: Imaginación y realidad, capitulo II, RBA, 1934, pp. 10-17.
Imagen: Max Ernst, The Elephant Celebes, 125.4 x 107.9 cm, 1921, óleo sobre tela, Tate Gallery, Londres, Inglaterra.
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