A diferencia del concepto de creación teológica de Dios como un ex nihilo, es decir, de la nada espacio-temporal, la creación humana toma de lo existente para transformarlo de manera impredecible y sumarlo al conjunto de la cultura. La creación tiene dos vertientes: engrandece el universo añadiendo o descubriendo elementos, pero también enriquece al hombre. En el proceso creador, la experiencia de un nuevo estado de existencia, como proceso y fin, conduce a nuevas y reiteradas búsquedas. La “espontaneidad” toma de lo posible inmediato su fuente, la “originalidad” mezcla lo divergente y espontáneo que construye uniones donde antes no existían. La “creatividad”, capacidad de todo ser humano, permite actualizar la cultura. Los métodos estructuralistas no abarcan el complejo entramado de la creatividad, dejan fuera el clima sociocultural y las modalidades específicas, es necesario más de un método para comprender este fenómeno.
La creatividad se asemeja a las estructuras rizomaticas capaces de realizar autopoiesis, un juego de conocimiento/desconocimiento de límites, crecimientos, percepciones, desarrollos, negaciones/ afirmaciones que mueven a otras direcciones, el proceso creativo se mira a sí mismo como momento ante rem/in rem de su existencia. No puede ser “síntesis” algo que se recrea a partir de un “sí mismo” experiencial.
Fernando Saldaña Benítez.
Fuente: ARIETI, Silvano. La creatividad. La síntesis mágica. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Fondo de Cultura Económica. México. pp. 13-38.
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